domingo, 25 de noviembre de 2012

Tertulia Perdiguer, 24 de noviembre de 2012

Ayer estuve en la Tertulia Perdiguer, la misma tarde en la que desaparece el gran Tony Leblanc.   De los lugares mágicos que existen en Zaragoza, que te transportan a otro tiempo, es fácil recordar el Teatro Principal, el Café Levante, el Cinema Elíseos, la librería Hermanos Vidal.   Junto a ellos, Bodegas Perdiguer, santo y seña de vinos y de cinéfilos.   Junto a la bodega se reúnen un sábado al mes los cinéfilos en torno al inspirador Perdiguer, hombre de cultura y libros, inquieto y siempre curioso por todo lo que rodea al cine.   A este lugar mágico se accede por un pasillo interior que desemboca en unas escaleras que ascienden hasta una puerta resguardada por Greta Garbo.

En este descanso hay montañas de libros, de películas, de fotografías de estrellas del cine, pero sobre todo hay un refugio, una terapia de cinéfilos que se reunen y escuchan, demostrando que el cine todavía está vivo para ellos, que no es aún un arte de otro tiempo.

Me presentan a Santiago, otro currante como yo de los cines, en su caso en Zaragoza Urbana, durante más de cuarenta años.  Hablamos brevemente sobre decepciones y golpes de la vida.

Vuelvo a fijarme en los cinéfilos según van exponiendo sus opiniones.  Ayer les grababan para un documental.    Estuve más de dos horas, saludando a Pepe Laporta, Rafael Alarcón, Juan Carlos Ajenjo, Fernando Gracia y otros habituales que acudían asiduamente a Renoir Audiorama.   Por allí está el diploma que nos entregaron por Babel, que estuvo años en el cine y ahora ha vuelto a la tertulia.  Pepe, siempre pendiente, me enseña un ejemplar de La Gran Ilusión, el último ejemplar que se editó en papel.  Saludo a Julio Cristellys.  

Afortunadamente, la Gran Ilusión de los cinéfilos sigue viva, en esta tertulia en la que los cinéfilos se apasionan, se enzarzan y hablan por turno, presididos por Ramón Perdiguer, en un rincón luminoso, único, el de una tertulia cinematográfica, especie en extinción y que afortunadamente, está en plena vigencia en esta Zaragoza atacada, en ese frente de la cultura y la educación, a diario, en medio del desconcierto en que nos encontramos.   Ellos resisten y están ahí.

Les dejo antes de que terminen, mientras Luis Betrán defiende "César debe morir",  para acudir al Teatro del Mercado, donde actúa Luis Pastor.  Al salir, bajo las escaleras y vuelvo al peso de lo cotidiano.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Oráculo Borau

Se inauguraron las salas Renoir de Zaragoza con "Niño nadie", de José Luis Borau.   Borau, cineasta resistente, guerrillero, fuera de convenciones.  Lector, escritor, crítico de cine, académico de la lengua.  Guionista, editor de libros, actor, en lucha permanente.   Cineastas como Patino o Erice, como él, nunca pendientes de la taquilla, sólo de la película que querían hacer.   Es un cine que no está pensado para el espectador.  Es el espectador el que tiene que pensar en las películas.   No se le da todo hecho.  Se busca que el espectador se interese, haga su lectura, quede insatisfecho y busque respuestas fuera de la película que ve.   Sus películas no se ven en televisión, en salas comerciales.  Sus libros tampoco están por todas partes.

Hay que buscarlos, perseguirlos.   Esconderse con ellos, tras ellos, frente a un pensamiento único.
Como en una trinchera.

Este 2012 desaparecieron los cines Renoir en Zaragoza.   La Casa del Cine, la tienda de coleccionistas, fetichistas, escondida, también cerró sus puertas, como me recordaba hoy mi amigo Jorge.  Ahora desaparece Borau, óraculo del cine español, como lo ha llamado Elsa Fernández Santos.   Ver sus películas, leer lo que escribió, nos permitirá pensar por nosotros mismos, no seguir al rebaño, como borreguitos.   Descubrir lo distinto.

>> En la foto, Borau en el Paraninfo de Zaragoza.

jueves, 22 de noviembre de 2012

La música y el silencio

Dos reproductores de CD, maravillosos.   Allá sonaban, hasta que la SGAE decidió tomar cartas en el asunto, músicas diversas.   "Esto no es un bareto!", dijo alguien protestando alguna vez.  Sonaba Leonard Cohen, cuando ya cerrábamos en domingo y yo me quedaba allá hasta las tantas.  Sonaban los Beatles, los álbumes rojo y azul que Jaime dejó allí como residentes.   Sonó la banda sonora de "Gladiator", de Zimmer.  Seguro que Alberto J. lo recuerda.  Álbumes que se repetían y repetían.   "Amelie", mucho tiempo y mucho éxito.   Vangelis de vez en cuando.
Michael Nyman, a raíz de su impresionante soundtrack para "The Claim" (El perdón).   A Diego y Alberto A. les gustaba el reggae.   Yo martirizaba a veces a las que se quejaban de Battiato o Sabina.
A veces clásica.   Bach.  Vivaldi.  Grieg.  Mi selección de FNAC de música clásica en el cine.
Zamfir, inolvidable repescado en "Kill Bill".   Phillip Glass y "The hours".   Oldfield y "Crises".
The Rolling Stones al tún tún.   La BSO de "About a boy".  Mucha mucha música de cine.   Jesusini y su Loreena McKennitt.  A Alberto J. le gustaba escuchar y cantar mientras proyectaba, si el que sonaba era Bumbury.  Oscar trajo unas fabulosas recopilaciones de los 60 y 70.  Si era el tío Ponti (también conocido como Ukelman) quien andaba por allí, no hacía falta músicas.  El hacía lo mismo tangos argentinos, que gregoriano, que su famoso tema "Puto guarromitón" (presunta versión, quizá de "Live is life" de Opus).

Luego se decidió hacer propaganda de músicas que se editaban y nos obligaban a poner un bucle absurdo de músicas olvidables, aunque Gekko Turner y su chandalismo ilustrado son lo contrario.  Inolvidables.

Luego el silencio.   El cementerio.   El cine sin música.   Mal asunto.  Curiosamente, al dejar de escucharse música entre sesiones, en las salas, en el hall, las cosas empezaron a declinar en muchos aspectos.

>> El álbum recopilatorio azul de los Beatles, en la imagen.  Uno de mis favoritos.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Digitalización de las salas Renoir

En la nueva versión de LA GRAN ILUSION (pinchar aquí) puedes leer en torno a la DIGITALIZACION  (pinchar aquí) de las salas de cine Renoir.   La de Zaragoza, no, claro,
ahí queda poco que digitalizar, como no sean las huellas dactilares en la puerta de entrada.


viernes, 9 de noviembre de 2012

14N. Respuesta cívica.

No andaba yo esta mañana en mi mejor momento.  Anestesiado por el dentista, por la calle llovía e iba como mareado.   Tenía que enviar una carta certificada y me acerqué a Correos intentando despejarme.

Como un boxeador noqueado, llego a casa.  Son todo buenas noticias, mejoría económica: Gran ERE en Iberia, a añadir al esperpento de los últimos tiempos, que he seguido, en el diario El País, donde mientras alguno cobra 13 millones de euros al año, se liquida a parte de la plantilla.  

Luego se entera uno que la gente, desesperada, se tira por el balcón acuciada por la angustia de que les echan de sus casas.  

La pasta nos ha corrompido por completo.  Se desprecia la cultura, la formación, la conducta.  Vale todo.  Se aplasta a la gente, se les echa a la calle, o se les despide, se les dice que se está cumpliendo la ley (20 días por año trabajado) o similares y encima se tienen que ir tan contentos.

En mi caso, después de diez años en Renoir, recuerdo perfectamente que no se contestaba a mis correos electrónicos, ni antes del cierre, ni después.  Ni se planteaban colocaciones o ideas para la plantilla, para ayudarles.  No habia ningún tipo de conducta con la persona.  Sólo te decían: A la calle, toma el cheque, lárgate.  Déjanos seguir con lo nuestro, no molestes.  Era sólo una conducta económica.  En mi caso, no se me pagó el finiquito, como castigo adicional.   Por supuesto, en estos meses no he recibido ninguna comunicación de la empresa que me despidió, para plantearme alternativas en el sector, o para al menos cumplir con aquel finiquito que me deben.  

Pero esto no es nada, comparado con lo que deben sentir tantas personas, acogotadas, ahogadas en este país.  

La Huelga del día 14 de Noviembre no es sólo una respuesta cívica.  Es otra señal de lo que se le está haciendo a la gente.  No es simplemente una convocatoria sindical.  Es una llamada a recordar que cualquiera, en un mal momento, puede pensar en arrojarse desde una ventana.

Una formación adecuada, la lectura, la independencia, la educación de los chavales, de todos en general, permanentemente, puede ayudar a luchar contra esa angustia, despreciando o arrinconando las conductas puramente económicas.   Es nuestra única esperanza de no convertir este país en algo feo, muy feo.

>> En la foto, Renoir Audiorama desmantelado en Mayo 2012.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Oscuridad

Subimos del rastrillo Ozanam y nos paramos ante la puerta de Renoir Audiorama.

La oscuridad en la calle, a media tarde y la falta de luz en el local del cine, hace que no se vea absolutamente nada del interior.  Es como boca de lobo.   Ya no hay películas raras, ni gente pululando, ni olor a palomitas, ni filas, ni gente despistada leyendo "La gran ilusión", ni el Tío Ponti corriendo al baño.

Sólo oscuridad. Y una puerta cerrada.

Da pena.   Así que nos vamos.   Nos acercamos al Izas con el ritual de comprar la lotería navideña.   Como ya no podemos tener la nuestra, es al menos la del IZAS, bar vecino que homenajea la fecha de la Recopa del
Zaragoza en sus décimos de lotería.  

En el IZAS, no sé si lo conté ya antes, tienen unos formidables bocadillos con nombre pirenaico.
También buenas raciones.  Muchas veces estaba allí 
a la hora de tomar un café antes de entrar al cine.  A veces me encontraba con Epi, o con Manolo E., Perdiguer, Zatoichi comiendo, Fernando Asta...   A veces era con A. u O. después de comer en 
Casa Tena.  

Miguel, también conocido popularmente como "El barbas", trae la lotería y charlamos brevemente.  Dice que hay un posible proyecto de discoteca en el local de Renoir Audiorama.
Nos pregunta por nuestra situación y le decimos que la cosa está jodida, como para todos (o casi todos).  Saludamos a S. y M, que están esa tarde trabajando.

Nos sentamos y recordamos cosas de todo tipo.   Del cierre, de como se hicieron las cosas, de como no se hicieron.   Estamos allí un rato y nos vamos.  

Fuera sigue oscuro.