viernes, 26 de julio de 2013

El cine en silla de ruedas


Ahora mismo, el panorama parece devastador después de 30 años de anestesia televisiva y del triunfo de la subcultura.”
(Bernardo Bertolucci)




Recuerdo que vi “El cielo protector” en los cines Goya. “Pequeño Buda” en los Buñuel. “Belleza robada” en el grandioso Fleta. “Asediada” en Renoir Audiorama. “Los Soñadores” de nuevo en los cines Goya. Hace diez años de aquella película, que yo esperaba con tantas ganas. Recuerdo las cinco estrellas de Joaquín Aranda en el Heraldo, entusiastas ante un cineasta único, personal, con un mundo propio, misterioso, mágico, ajeno a tantos y tantos cineastas clónicos, técnicos sin alma ni nada que contar. Bertolucci y su película eran gigantescos ante la vulgaridad y la mediocridad.

Ya desapareció Joaquín Aranda. Elena siempre decía que cuando falleció, Renoir Audiorama empezó también a desaparecer. También yo empecé a desaparecer un poco. Ya no existen Joaquín y sus críticas en Heraldo, ni los cines Goya, ni los Buñuel, ni el Fleta, ni Renoir Audiorama. Ayer, tras la enésima película infame, plana, clónica a muchas otras que he visto en las salas en este verano, le comentaba a Elena las ganas que tenía de ver la nueva película de Bertolucci, “Tú y yo”, que hoy se estrena en España, en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, San Sebastián y Palma de Mallorca (en Cineciutat, reencarnación mejorada del antiguo Renoir Palma).

Bertolucci también está desapareciendo. Pero de momento aguanta, en una silla de ruedas, y con las fuerzas necesarias para levantar su nueva película. Pero en Zaragoza parece ya haber desaparecido. Al menos de las salas. Ayer, con Elena, le comentaba las escasas posibilidades de que la película llegara en versión original a Zaragoza, pero hoy repasaba la cartelera plagada de Lobeznos y observaba que ninguna sala proyecta la nueva película de Bertolucci. No en versión original, sino ni siquiera doblada.

Con Oscar y Elena, al perder nuestros empleos y un lugar en el que fuimos felices, creamos algún tipo de unión y refugio ante nuestro propio absurdo, gracias a “Un Nuevo Renoir”, nuestro sueño para rearmar y reabrir las salas Renoir Audiorama, mediante algún tipo de cooperativa, sin ánimo de lucro, para defender la perspectiva artística del cine, no la meramente comercial que nos ha invadido ya completamente y que nos ha situado en esta profunda crisis económica y moral. Encontramos desprecios y voces que nos llegaban de desánimo, pero también gente formidable que apoyaba. El año pasado, con Iguazel ElHombre y Toni Alarcón, se consiguió estrenar “Madrid 1987” en Zaragoza, en el Paraninfo, con la Universidad de Zaragoza. Este año, sin el respaldo de la Universidad, quisimos estrenar en Zaragoza, en el Pedro Cerbuna, “Holy Motors”, de Leos Carax, en versión original. Por dos euros, éramos unos soñadores románticos que buscaban llenar el Cerbuna en un único pase para concienciar a la ciudad del precipicio junto al que caminamos, en la ciudad que quiso ser capital europea de la cultura y que tiene su Universidad cerrada en Agosto, su Filmoteca cerrada todo el verano y recortada el resto del año, sus bibliotecas sin fondos para comprar libros.

En ese precipicio, no conseguimos llenar el Cerbuna y nos asaltó un desánimo y una tristeza grandes. En nuestros bajones, apareció el apoyo del Instituto Aragonés de Fomento, encarnado en el carismático Pedro Pardo, el entusiasta Juan Royo y el visionario Javier Martínez; pensábamos en reabrir los Renoir, con el modelo de lo que los vecinos y cinéfilos de Palma de Mallorca habían logrado. Ya bastante tocados, en una reciente reunión con Javier Martínez, él nos preguntaba que significaba “Un Nuevo Renoir”. Dándole vueltas, yo he llegado a la conclusión de que “Un Nuevo Renoir” es otra manera de pensar. Una manera de pensar que traiga quizá no cuatro salas, sino una minúscula, resistente, en un pequeño local de Zaragoza, por ese puñado de gente incondicional de la cultura que vino a ver “Holy Motors” al Cerbuna o que hoy se habrá indignado al ver que la película de Bertolucci no puede verse en Zaragoza, invadida de lobeznos que quieren que sólo veamos un tipo de cine, que todos pensemos igual. Es la dictadura de la ignorancia que acecha, como decía Paco Ibánez. Es la nueva dictadura. La que ha convertido el precioso cine Coliseo en un Mango, la que dejó el Fleta en ruinas, la que deja Zaragoza sin árboles y la cubre de cemento y piedra, la que cierra bibliotecas e invita a salir de la ciudad para encontrar un futuro. Es una ciudad, un cine y cultura en silla de ruedas.

Habrá que refugiarse, escondidos en algún tipo de resistencia, luchando por tener un espacio en Zaragoza del que pudieran sentirse orgullosos los vecinos dentro de quince o veinte años, como cuando alguien se refugia ahora a charlar con amigos en el Levante, a ver una película en el cinema Elíseos, a comprar un libro en Antígona, a pasear por un nuestro parque “Grande” José Antonio Labordeta. Y aunque algunos no quieran, de un modo u otro veremos la nueva película del maestro Bertolucci. Siempre estará ahí Carlos Gracia para prestarte un VHS de “La luna” y descubrir una película del cineasta italiano que no habías visto. Seguro que él no se perderá “Tú y yo”.


Dedicado a los cinéfilos.
Sergio Casado, 26Julio2013.


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